La Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (AESA/EFSA) dio cuenta recientemente de una evaluación actualizada del dióxido de azufre (E220) y de los sulfitos (E221-228), que llevaron a cabo sus expertos, concluyendo que la ingesta alimentaria de sulfitos podría suponer un problema de seguridad para quienes consumen gran cantidad de alimentos que contienen estos aditivos. No obstante, recalca que aún falta información relativa a su toxicidad, lo que hace que no se hayan podido confirmar sus efectos nocivos para la salud.
Los científicos de la AESA/EFSA también reiteraron su recomendación anterior de seguir investigando la hipersensibilidad o la intolerancia entre algunos consumidores sensibles, debido a la falta de información.
En 2016, la AESA/EFSA volvió a evaluar la seguridad de los sulfitos como parte del programa de reevaluación de los aditivos alimentarios autorizados en la UE antes del 20 de enero de 2009. En ese momento, la Comisión Técnica estableció un nivel de ingesta diaria admisible (IDA) temporal de grupo de 0,7 miligramos por kilogramo de peso corporal al día a la espera de nuevos datos necesarios para llegar a una conclusión sobre su seguridad.
La AESA señala que los sulfitos están presentes de forma natural en nuestro organismo, así como en alimentos y bebidas, como el vino, además de manzanas, arroz, cebollas y coles. Se añaden como conservantes y antioxidantes (por ejemplo, para evitar el pardeamiento) a una serie de alimentos, como frutas y hortalizas desecadas, productos a base de patata, cerveza y bebidas a base de malta, vino y zumo de frutas.