Se estima que menos de uno de cada cinco consumidores tiene una percepción algo negativa
sobre el uso de aditivos enológicos en la elaboración del vino. Sin embargo, un estudio señala
que la futura norma de etiquetado del vino y de los productos vitivinícolas aromatizados
genera incertidumbre en el consumidor.
En diciembre de 2021, la Comisión Europea publicó el Reglamento (UE) 2021/2117 por el que
se modifican las normas de etiquetado del vino y de los productos vitivinícolas aromatizados,
entre otras cosas, haciendo obligatoria la comunicación de la lista de ingredientes y la
declaración nutricional de estos productos. Por primera vez en el ámbito del etiquetado de
alimentos y bebidas, esta información podrá facilitarse en línea por medios electrónicos en
determinadas condiciones. Tras un periodo transitorio de 2 años, estas nuevas normas se
aplicarán a partir de diciembre de 2023 a todas las bebidas alcohólicas presentes en el
mercado europeo.
Los resultados obtenidos por el citado estudio [elaborado por un grupo de trabajo con
miembros de International Association of Oenological Products and Practices (Oenoppia),
Comité Europeo de Empresas del Vino (CEEV), la Unión Internacional de Enólogos (UIOE) y la
Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV)]. han puesto de manifiesto una falta real
de información sobre la vinificación y la composición de los vinos, y los pocos elementos
aportados para justificar su uso tienden a demostrar que dar información sobre los aditivos
contribuiría a su aceptación. Así pues, la transparencia sería eficaz para superar cierta
desconfianza o percepción negativa.
También queda claro que una lista corta de ingredientes es preferible a una larga. Mientras
que la corta tiene un impacto neutro (incluso positivo) en la consideración de compra y en la
imagen del vino, la larga se asocia más bien a la percepción de falta de calidad del vino. Por lo
tanto, debe tomarse en consideración una elección razonada en cuanto a las prácticas
enológicas a utilizar. También es crucial tranquilizar a los consumidores sobre la calidad del
vino y la seguridad de los aditivos utilizados.
Los resultados presentados sugieren que los consumidores estarían más inclinados a aceptar
que a rechazar la mayoría de los ingredientes, considerando también que los que tienen
nombres que "suenan químicos" tienen menos probabilidades de ser aceptados. Justificar la
función de un ingrediente también favorecería un aumento significativo de su aceptación.
Referencia
https://doi.org/10.20870/IVES-TR.2022.7160