La poda tardía de invierno puede resultar una práctica vitícola económica para retrasar la brotación y, en algunos casos, la maduración de la uva. Sin embargo, cuanto mayor es el retraso en el rebrote del canopy de la vid en primavera, menor es la producción.
En el marco del Grupo Operativo VIRECLI, en la Región de Lombardía, durante 2 años, se compararon las podas de invierno estándar, tardía y muy tardía en un viñedo Chardonnay cultivado en Guyot. Estas 2 tesis se aplicaron cuando los brotes apicales de los sarmientos verticales que aún no se habían podado tenían unas 1-3 y 3-5 hojas desplegadas, respectivamente. La superficie foliar por cepa eliminada fue de 0,40 y 0,89 m2 (2020) y de 0,04 y 0,08 m2 (2021), respectivamente. Las dos tesis retrasaron la cosecha 20 y 23 días en 2020, mientras que en 2021 se registró un efecto más leve, de 8 días.
Las tesis de poda tardía redujeron el rendimiento por cepa en un 69 y 79% (2020) y un 11 y 20% (2021), respectivamente; independientemente de la variabilidad estacional y del momento de poda, la limitación del rendimiento aumentó de los brotes distales a los basales en función de la reducción de la fertilidad.
Los datos mostraron correlaciones negativas entre la superficie foliar eliminada en primavera frente al rendimiento y la concentración de azúcar en vendimia, y permiten una identificación más precisa de la combinación de época de poda x superficie foliar eliminada que podría conciliar el retraso fenológico y la disminución de la limitación del rendimiento en las vides de Chardonnay conducidas por Guyot.